Peru nunca fue ni ha sido una colonia, sino un reino dentro del imperio ibérico.
Perú es un sujeto histórico, que como tal tiene temporalidad y espacialidad, categorías que le dan el sentido a una historia lineal desde los tiempos pasados hasta el presente.. El Perú fue un virreinato del Imperio español, no una colonia.
El virreinato duró desde la conquista española en 1542 hasta la independencia de Perú en 1821. Las instituciones virreinales eran útiles como intermediarios entre las élites españolas y nativas y entre éstas y la monarquía con sede en Madrid.
Perú fue el país más realista del continente, muchos aquí no querían la independencia porque se sentían con comodidad y a gusto siendo una parte importante de la Monarquía Española, a diferencia de lo que acontecía en otras latitudes de este continente.
En la época del imperio español el Perú era prácticamente la mitad del imperio y tenía un papel sumamente protagónico por ser abastecedor de minerales, como la plata extraída de riquísimos yacimientos como el de Potosí, Huancavelica, y Hualgayoc, entre otros, y por ser el más importante centro administrativo, del poder virreinal, del poder judicial y del poder inquisitorial de la América del Sur. La Real Audiencia de Lima, que es la base territorial del Perú actual, tenía por audiencias sufragáneas la de Quito, Charcas y Chile. “Hay que valorar esta época histórica ya que como decía Jorge Basadre: ‘el Perú se forja en el virreinato’. El virreinato es el punto de partida de la actual nación peruana. Es allí cuando se da el proceso de mestizaje (“síntesis viviente”), el influjo ibérico y los elementos comunes con otros países iberoamericanos donde surge la cultura del barroco”, comentó el historiador.
La independencia del Perú se
forzó desde el extranjero, con las campañas de Simón Bolívar y San Martín, si en el Perú se produjeron disconformidades y algunos levantamientos no tenían punto de comparación con la magnitud de las corrientes libertadoras extranjeras que independizaron al Perú.
la Independencia fue un desafío, que quizás no llegó en el momento más adecuado, pero que, como elegantemente señaló Jorge Basadre, nos trajo la promesa de la vida republicana que, en el campo de la política, parecía superior a la monarquía.
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