NOSOTROS, EL PUEBLO
Por; Josefina Barrón
Dicen que tenía fiebre. Escribió unas breves líneas a bordo del tren que lo llevaba desde Washington hacia Pennsylvania. Le salieron del alma esas palabras; Abraham Lincoln era un hombre sencillo pero de grandes sueños: pretendía conciliar dos ejércitos, pues solo juntos y en la libertad e igualdad sacarían adelante un país muy joven aún. Seiscientos mil hombres habían muerto en aquella guerra, y allí estaba él, en Gettysburg, el más sangriento de todos los escenarios, pronunciando esas palabras sentidas ante unos cuantos y sobre un camposanto que albergaba las almas de los caídos.
Lincoln refunda la patria a través de este breve discurso y tan solo 87 años después de que las colonias exigieran ser independientes de la corona británica. Trae a la vida a quienes hicieron nacer la nación norteamericana. Hombres de la Ilustración, sabios, profundamente espirituales, que fueron quienes pusieron su filosofía de vida en el acta de la independencia, uno de los documentos más hermosos que el país atesora, y en la Constitución, la cual se ha mantenido vigente a lo largo de los años y siglos, conociendo tan solo enmiendas. Robustas, visionarias, sensatas y modernas fueron las ideas de estos hombres que dieron luz, un 4 de julio, a los Estados Unidos de América.
Y así como Lincoln simboliza la refundación
del país, Thomas Jefferson es uno de sus pilares. Erudito, filósofo, horticultor, arquitecto, paleontólogo, arqueólogo, músico, inventor, político, favorecía la separación de Iglesia y Estado, desconfiaba de las grandes ciudades e idealizaba al pequeño agricultor propietario de sus tierras. Observador de aves y catador de vinos, gourmet y amante.
Tuvo diecisiete días para redactar el borrador del acta. Imprimirá su sello en la declaración de la independencia con sus elocuentes palabras acerca del derecho a la vida, la libertad individual, y una noción que aparecería aquí y allá como la esencia del país que recién nacía: la felicidad.
Cuando, en 1962, John F. Kennedy dio la bienvenida a un grupo de ganadores del Premio Nobel en la Casa Blanca, dijo: "Creo que esta es la colección más extraordinaria de talento y el saber humano que se haya reunido en la Casa Blanca, con la posible excepción de cuando Thomas Jefferson cenaba solo". Jefferson murió el 4 de julio de 1826, coincidiendo con el aniversario 50 de la declaración de la independencia y unas horas antes que John Adams, su rival político y amigo. Se dice que John Adams mencionó a Jefferson antes de morir.
Junto con Lincoln, quien se hizo solo, quien fue aprendiéndolo todo en la escuela de la vida, se trata de dos iluminados a los que los norteamericanos deben volver para no olvidar la filosofía de vida en que fue alumbrada la vasta tierra que los congrega, la profanada identidad.
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