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jueves, 7 de mayo de 2020

El gran guerrero Manco Inca






Por; Diego Aquiles



MANCO INCA
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Si los alemanes tienen a Arminio, los franceses a Vercingétorix y los ibéricos a Viriato como
símbolos de identidad y de la heroicidad de antaño en sus respectivas naciones los peruanos podemos decir con orgullo que tenemos al gran guerrero Manco Inca.

Manco Inca hijo del Sapa Inca Huayna Cápac es uno de los personajes poco conocidos en la historia del Perú. La figura de Manco Inca aparece luego de la captura del usurpador Atahualpa en un principio se alió con los españoles, y junto a ellos emprendió la guerra contra los atahualpistas, mandados por el sanguinario general Quizquiz, con el fin de recuperar el prestigio y la autoridad del Tahuantinsuyo perdidos por la derrota del legitimo Sapa Inca Huáscar ante el usurpador Atahualpa y sus huestes quiteñas.

El conquistador Francisco Pizarro entronizó a Manco Inca, quien adoptó el nombre de Manco Cápac II y reconociéndose en un principio como vasallo del monarca Carlos V.

Al poco tiempo comprendió que no contaba con ningún poder ya que era prácticamente un prisionero y ante los constantes abusos cometidos por los españoles contra sus súbditos y su persona decidió rebelarse, para librarse de su cautiverio logró tender una trampa a Hernando Pizarro a quien le ofreció traerle la estatua del Inca Huayna Capac «toda de oro, incluso las tripas». El ambicioso español le creyó y el 18 de abril de 1536 el Inca salió del Cuzco junto al sumo sacerdote o Vila Oma pero ya no regresó. Su primer refugio fue Calca, a donde llamó a sus generales y curacas fieles y lanzó su famosa arenga: «Yo estoy determinado a no dejar cristiano en vida en toda la tierra y para eso quiero poner cerco en el Cusco; quien de vosotros pensara servirme, servirme en esto, ha de poner sobre tal caso la vida; beba por estos vasos y no con otra condición». Los principales fueron bebiendo uno a uno la chicha en señal de aprobación y entrega a la causa de la reconquista del Tahuantinsuyo, y el ejército se iba formando desde todas partes del imperio. Asimismo, se le unieron varios pueblos que sí reconocían las virtudes del estado incaico en su favor, e incluso un español. Manco Inca nombra como jefe de su ejército a Vilaoma y como maestre de campo a Paucar Huaman.

Manco Inca dirigió diecisiete campañas, perfectamente diferenciadas. Las batallas y combates pasaron del centenar, considerando en este número sólo las ubicables con sus nombres y circunstancias.

La acción, iniciada en abril de 1536, cubrió vastas extensiones del Imperio de los Incas, a lo largo de ocho años de ininterrumpido batallar. Abarcó desde las costas guayaquileñas hasta la distante frontera donde residían los salvajes araucanos; se levantaron minorías de los collas de las jalcas, los antis de la amazonía, parte de los yungas costeños; principalmente la guerra se sostuvo con los quechuas cordilleranos.

La lucha que constituyó Manco Inca fue el primer movimiento americano de mayor envergadura frente a España durante el siglo XVI. Las ciudades de Cuzco y La Ciudad de Los Reyes
(Lima) fueron sitiadas. Jauja fue barrida. Trujillo sufrió el amago de los alzados. Aparecieron grupos insurgentes en todo el país. Dos de los Pizarro (Juan y Diego), dos mil conquistadores, decenas de miles de indios aliados de los españoles conducidos por sus caciques y crecida cantidad de esclavos africanos pagaron caro con su vida el enfrentarse a las huestes cuzqueñas que buscaban la reconquista del Perú.

La situación llegó a tal punto que de varias partes del continente, y aun de la misma España, se enviaron refuerzos al Perú. Enorgullece saber que, de la selva al mar, vastos sectores de los antiguos peruanos combatieron heroica y tenazmente en defensa de su soberanía; pese a las bárbaras represiones punitivas hispánicas, a la anarquía interna y a la inferioridad de armamento.

Victorias y derrotas

De las mencionadas batallas nueve fueron ganadas por los ejércitos del Inca. Manco Inca en persona venció en Sacsahuaman a Juan Pizarro (1536); en Ollantaytambo a Hernando Pizarro (1537); en Chuquillushca a Gonzalo Pizarro (1539); en Orongoy a Francisco de Villadiego (1538); y en Jauja, a una coalición hispano-huanca, dirigida por el curaca Guacrapáucar (1538). Más tarde alcanzaría un estrecho triunfo sobre los españoles de Guamanga en Mayomarca (1540). Su mejor hombre de guerra fue Quisu Yupanqui, quien se impuso a Diego Pizarro en Parcos, a Gonzalo de Tapia en Pampas, a Mogrovejo de Quiñones en Angoyacu y a Alonso de Gaete en Jauja. Luego pondría en fuga a Francisco de Godoy, entre Pariajaja y Huarochirí. Todo esto cuando la ofensiva sobre Lima en 1536. Otros eximios guerreros fueron Illa Túpac y Tisoc Inca.



Los Incas, sin embargo, podían ganar muchas batallas más, pero al final tenían que perder la guerra: Las avanzadas armas y caballería europea marcaban la diferencia. El destino jugaba en contra.

Cronistas de la talla de Cieza de León y de Pedro Pizarro, entre otros, dan fe de esta capacidad de Manco Inca y de sus otras de adoptar las armas europeas.

Por entonces unos ocho mil españoles combatían en diversas regiones del Imperio, con ayuda de más de mil "negros de guerra", así como no pocos moros; todos los cuales alineaban al lado de miles de guerreros indígenas que los caciques seguían poniendo a órdenes de los españoles. Los caciques eran seguidos por sus vasallos con obediencia casi religiosa.

A partir de 1540 Manco Inca se vio obligado a limitar sus acciones a la guerra de guerrillas. Machu Pichiu fue uno de sus baluartes.

En 1541, convencido de que los enemigos principales eran los encomenderos pizarristas, Manco apoyó a los rebeldes que acompañaban al joven caudillo mestizo (hijo de panameña) Diego de Almagro el Mozo, dándoles muchas armas españolas que conservaban como botín de guerra. Más tarde, a raíz de las Nuevas Leyes y de ciertas posibilidades de restitución, estableció enlace con el Virrey Blasco Núñez de Vela, hombre muy recto que pagó con su vida el tratar de aplicar una política de protección a los indios que eran explotados y exterminados por los encomenderos y por los españoles en general.

Se había iniciado ya una sublevación de Gonzalo Pizarro contra el Virrey cuando Manco Inca fue asesinado a traicion por los almagristas a quienes había dado asilo en Vitcos. Por entonces planeaba un nuevo ataque al Cuzco. Corrían los finales de 1544.

Manco Inca, a pesar de todo, habiendo sido protagonista de la mayor epopeya de la América India, la historia oficial no lo recuerda como se debe. Escasos historiadores peruanos enaltecen su memoria.Su memoria en la historia de la America de la conquista curiosamente esta opacada por caudillos de otras partes de menor relevancia.

FUENTE:
✔"La guerra de los Huiracochas" de Juan Antonio Vega


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