En la historia taurina poco se sabe de toreros Italianos.
Luis Mazzantini Eguía (Elgóibar, Guipúzcoa,
Hijo de un ingeniero italiano y de
madre vasca, vivió y estudió en Italia durante su infancia y adolescencia, obteniendo
el grado de bachiller en Artes. Regresó a España como secretario en el cortejo
de Amadeo de Saboya. En busca de fama y dinero, decidió dedicarse al toreo a
edad tardía y sin ser antes banderillero. Su formación cultural, inusual en los
toreros de la época, le hizo ganarse el apodo de señorito loco. Tras un periodo
de novillero, confirmó su alternativa en Madrid de manos de Lagartijo, el 29 de
mayo de 1884.
Coincidió con el periodo de dominio
absoluto del Rafael Guerra, Guerrita y también alternó con los míticos
Lagartijo y Frascuelo, que se encontraban en la recta final de sus carreras. A
Mazzantini, ya apodado don Luis, se le recuerda por su singular personalidad
dentro y fuera de las plazas y técnicamente como un gran estoqueador. También
son recordadas las anécdotas que sobre él contaba el Guerra, su antagonista en
la plaza, y por haber logrado imponer el sorteo de los toros, ya que hasta
entonces el principal matador (siempre Guerrita), con el beneplácito del
ganadero, escogía las reses que deseaba torear, lo que perjudicaba a los demás
matadores. También logró mejoras en los honorarios de los diestros. Mató casi
3000 toros y llegó a ganar seis mil pesetas por corrida en la última década del
siglo XIX.
Fue muy popular en su época, vestía muy elegante y se
codeaba con la alta sociedad. También tenía amigos artistas, frecuentaba la
ópera y las tertulias literarias.
Se cortó la coleta al morir su esposa, en febrero de 1905.
Una vez retirado de los ruedos, Mazzantini, de tendencia monárquica, se dedicó
a una brillante carrera política. Fue concejal en el Ayuntamiento de Madrid,
teniente de alcalde, miembro de la Diputación Provincial y gobernador civil de
Guadalajara y de Ávila.
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