El torero, mayor expresión artística del ser humano




Está pendiente la gran batalla legal y constitucional por el toreo. El debate de la ILP en Madrid. La no constitucionalidad del cierre de Barcelona. Las deudas sobre las indemnizaciones. Para esta batalla legal, hay que estar preparados y lo mejor es que, cuando lleguen los debates, el toreo esté colocado en esa calidad que da apego social, fortaleza de ánimo y buena imagen.
"Quiérase o no se discutía la validez de una de las expresiones artísticas mas auténticas y genuinas de nuestra cultura occidental, más allá de la demanda presentada por dos asociaciones que se dicen defensoras de los animales. Por eso, más que una victoria taurina, es una gran derrota antitaurina", ha dicho a Efe Williams Cárdenas, presidente de la Asociación Internacional de Tauromaquia (AIT).

El torero es, sin lugar a dudas, la mayor expresión artística del ser humano, una manifestación que suele encontrarse a caballo entre la pasión y el pensamiento. Ser torero significa ser dueño, constantemente de sí mismo, dominar su pasión y vivir de acuerdo con su conciencia.
Por esta razón se dice que el torero lo es dentro y fuera del ruedo y además que, por este motivo, el torero está hecho de otra pasta, que es lo mismo que decir, moldeado de otro barro (no del mismo con el que Dios nos moldeó a todos en la creación). El toreo es ese arte tan divino que es propio de un dios que domina la bestia, embellece su brutalidad, controla sus tiempos y los ritmos de la fiera y los traduce en arte, que en consecuencia es, la expresión a flor de piel, de la pasión del artista. Los sentimientos y las emociones responden a ese mundo pasional que trasciende al mundo de lo divino. Los sueños y las emociones son capaces de desvirtuar la realidad y las figuras del toreo tienen la capacidad en sus manos y en sus muñecas de hechizarnos y elevarnos a la dimensión de lo espiritual, a la dimensión de los sentimientos.

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