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martes, 9 de octubre de 2012

EL SEÑOR DE LOS MILAGROS Y LA FIESTA BRAVA


 EL SEÑOR DE LOS MILAGROS Y LA FIESTA BRAVA.-
AUTOR:  MANUEL SOLARI SWAYNE.





Se contaba con la base pero era menester enriquecer aún el atractivo turístico. Y ninguna afición popular- cuatro siglos de historia en la Ciudad de los Reyes despierta tanto entusiasmo y curiosidad como ésta de las bellísimas e inquietantes corridas de toros. Se procedió con admirable tino a realizarlas. La Asociación de Artistas Aficionados y la Corporación Nacional de Turismo se sumaron a la Feria obsequiándonos esa inolvidable estampa grabada en el atrio de San Francisco, que fue un auto sacramental de Calderón de la Barca.


Si a las corridas de toros, la escenificación de auto sacramentales y
las Exposiciones de Platería y Taurina añadimos la realización de Exposiciones de Arte, conciertos funciones teatrales, actuaciones folklóricas en el Campo de Marte, si traslados  octubre los concursos de caballos de paso, si montamos casetas en la Alameda de los Descalzos, iluminando iglesias de Santa Liberata y Patrocinio, el Convento de los Descalzos y las estatuas del paseo, la Feria Limeña de Octubre adquiriría el postín que merece y como lógica consecuencia, se hará de renombre en el extranjero. Y Lima en octubre será lo que tiene que ser, un centro turístico sin competencia.




Torerísticamente – prescindiendo del factor toro, al cual me referiré luego – la feria ha constituido un brillante éxito Fernando Graña E., ciñéndose a su calidad de magnífico aficionado – y exponiéndose un tanto como parte integrante de la empresa- confeccionó un cartel de primerísima categoría. Hizo realidad lo que, sin duda fue sueño de nuestros antecesores. Reunió en una sola temporada a las figuras mas importantes del mundo taurino. Y  así Lima pudo ver, por dos veces, hacer el paseo, codo con codo, a tres primates de la coletería. El abono se vendió en altísimo porcentaje, el graderío se abarrotó las seis veces que el clarín rasgó el aire del circo. Y los matadores, unos mas y otros menos, cortaron apéndices y dieron la vuelta al anillo entre vítores y aclamaciones, La Empresa hizo un esfuerzo extraordinario. Y la afición limeña correspondió en la misma forma. A tal señor, tal honor. Como aficionado y en nombre de quienes como yo gustan de la sin par fiesta – que se cuentan por miles y son de toda condición social – me es grato hacer público mi agradecimiento a Fernando Graña Elizalde que con toda justicia ocupa ya un lugar de singular importancia entre los mas destacados favorecedores  de la afición taurina.

La actuación de Armillita, Ortega, Manolete, Procuna, y Montani. Sugiere múltiples reflexiones. Estas desde luego, son personalísimas. Y han de estar por lo tanto en desacuerdo  con muchas personas. Felizmente. De lo contrario la fiesta se ahogaría en la monotonía del comentario. Exíjase veracidad en la reseña. Lo acepto gustoso. Y nadie discutiría – perdóneseme la aparente vanidad – que la pongo en práctica. Rechazaría tajantemente, en cambio que alguien pretendiese inmiscuirse en el concepto que me merece el espectáculo. Pienso, medito y sueño a mi manera.

A Dios Gracias.

Podría afirmarse – y lo digo con sencillez – que Armillita y Ortega ratificaron su categoría de maestro. El santillense puso cátedra de lidiador venciendo todas dificultades – relativas, claro está, dado el escasísimo respeto de la mayoría d los bichos jugados – con incomparable facilidad y logrando torear una plasticidad que antes no le habíamos visto. El Sabio no solo dominó a los cornúpetas , sino que los hizo pasar. En el engaño y quieta la silueta, toreando. Y toreando con arte. Pese a su frialdad reconocida y pregonada – y con fundamento – y pese a la insignificancia de sus adversarios obtuvo triunfos ruidosos, cosechados, sobre todo, con su maestría al banderillar y con la auténtica verdad de su muleta. De aquel mágico trapo rojo que todo lo puede.

El paleto castellano sabe tanto como el de México y tiene mas calidad. La tesura y la suavidad de sus telas – trátese del capote o la muleta – no tienen parangón. Se detienen en el espacio y parece que aminorasen el tiempo. Conoce muchos secretos de la lidia. Pero, al fin y al cabo un torero en baja aunque en las tiendas ostente una depuración fabulosa – si bien es cierto que nos hizo ver faenas portentosas, por no arriesgar y eso con los toreros no se corre mayor riesgo- prefiere no pasarse a sus enemigos. Antes opta por andar que por quedarse quieto. Realiza su teoría de que el toreo no es esperar impávido a la muerte, sino huir de ella “en torero”. Acostumbrado a lidiar toros el toledano actúa igualmente ante los que no lo son. 

Y en contraste con la modalidad que exigen los nuevos públicos –
practicable solo con el “toro” pastueño, suave, noble acarrilado y frecuentemente factible con el becerro – véasele un tanto fuera de época. Y no porque haya variado del “toreo” esencial que aparte del estilo personal de cada espada siempre será el mismo, sino porque suprimido el toro la ciencia del dominio parece sobrar. Es este un absurdo producido por la tergiversación de valores. Armillita, quizás por sus facultades excepcionales – tal cual ocurrió a Gallito con relación a Belmonte – se ha amoldado a la teoría imperante. Ortega sigue siendo el coloso Domingo Ortega. El lidiador de “toros” aminorados los cuales su labor magistral disminuye en méritos.



El público se puso frente a Manolete. Lo que en otros admitieron no se le lo aceptaron al Califa. Y en ello el público estuvo injusto. En lo del becerrismo hay que estar contra todos o contra ninguno. Yo prefiero estar contra todos. Manuel Rodríguez toreó bichejos sin importancia y también cargó con los demás peso de la temporada. Demostró que si bien no domina tanto como Ortega o Armillita – que en sus mocedades pecharon con toros – toros de respeto y con riesgo – es en cambio un artista colosal y un lidiador de admirable vergüenza torera. Siempre hizo cuanto pudo por alagar al respetable. Y, como ninguno, toreó erguido y quieto, lenta y parsimoniosamente y al borde mismo de las astas. Cita en terrenos antes prohibidos y los hace pasar al cornupeta a precaria distancia de su silueta señorial e inconfundible. Y es que la calidad fundamental de Manolete en su valor extraordinario,. Su valor consciente y constante. Tiene como característica – en su contra para algunos y en su favor para otros, que hay quienes gustan de la faena variada y múltiple y quienes prefieren la sobriedad de los muletazos fundamentales – el ser un lidiador corto, tanto en el primero como en el último tercio. Yo admiro en él que haya hecho tabla rasa de muchas suertes frívolas. No gritéis en protesta quienes lo hacéis para aplaudir molinetes de rodillas, orteguinas, partones y tantas zarandajas que incluyen hoy en el bello tercio de quites. Mas me agrada la extensión         Vertical que la horizontal. Es en mi concepto mas hermosa la flor solitaria que el vergel. Tiene mas aroma. Es una sola luz y una sola esencia.  Nos sorprendió desfavorablemente, dada su fama de gran estoqueador, su incompetencia para matar. En mas de una oportunidad le vimos actuar como un principiante.



Procuna no es tan desconcertante como suele decirse y como me lo pareció frente al  (*) zotoluca . Es un torero que puede poco, que pese a sus valerosos arrebatos, a su entrega total, cuando no ve franco a su adversario se desconfía y atolondra, llegando el caso que tire los trastos, emprenda la espantada y tome el olivo.


Cuan do se confía, en cambio, y sale a relucir su valor temerario,
logra lo que posiblemente no alcanza lidiador alguno de nuestros día; arrebatar a la muchedumbre. A su valentía une fina calidad estética. Y cuando sale un bicho que se presta para a quedarse quieto y estirar la línea – que no a torearlo porque el conoce de veras el oficio torea también a los animales difíciles aunque de distinta manera y el impresionante torero mexicano se embriaga y alucina, diríase que huye de la realidad para recrearse y crea, se empina sobre la otra cumbre de las fiesta misma y obtiene con el becerro lo que ningún otro lidiador de los que nos han visitado en esta Feria; pone de pie a la muerte, entre si y el cornupeta y la hace cantar. Y la multitud no tiene otro remedio – remedio por el frenesí – que corear con sus gritos la terrible y angustiosa copla. Y este es el cantar propio de la plaza. La tortura y penetrante melodía – olvidada casi – resonó imponente al encenderse el único chispazo trágico.



Manolete y Procuna depositaron en la arena – allí están – las dos mas bellas faenas de la feria. Y las esculpieron ambos trajeados de morado y oro. Por su ritmo , por su lentitud, por su hondo silencio y su perfecta arquitectura, por la elegancia inimitable de sus trazos la del Califa fue Helénica. Por su soledad y su cercanía al adversario, por el trágico aliento que la sustentaba y por la asombrosa quietud del frágil artista, por la persistencia en el ir y venir del astado, la de Procuna fue tremenda. Montani tuvo una actuación en veces discreta y otras buena.. Torero enterado hubo de salir al lado de los coletas de excepción, de lidiadores de clase extra. El público no estableció la diferencia. No comprendió que era mucho pedirle que cumpliera. El matador limeño cumplió. Sobrepasó  las expectativas de los buenos aficionados. Pero los espectadores no aplaudieron su labor. Habiéndolo merecido. ¿Que decir del ganado lidiado en la Feria ? Hago por anticipado excepción de los pupilos de Huando que según se hizo público previamente carecieron de edad – debutaba la ganadería – pero estuvieron sobrados de peso. Y tampoco me refiero a la corrida de Zotoluca, que anduvo mas o menos en el peso reglamentario. Descartado además un toro de Matancillas y otro que pudiera escapárseme Otro, en singular, porque no fueron muchos. Totalmente al margen del siempre extraordinario trabajo de Zeñó Manué, y muchos otros maravillosos escritores, con su venia, una cosa muy pequeña y personal, pero muy importante, que nos llama siempre mucho la atención, y se nos viene una pregunta trascendental, y es,  ¿ Han indagado cual es el beneficio que se lleva el SEÑOR  para cumplir con sus muchas obras de caridad que ofrece todos los días del año y que muchas empresas, grandes o pequeñas y demás, se benefician en su nombre... ? Porque no podemos negar que todos pedimos, pero podremos preguntarnos ¿ Y nosotros que le damos ?.Seguro que agradecemos pero, “No solo de pan vive el hombre”.  Fieles, Amigos, hermanos cuando ustedes deseen colaborar con el Monasterio pueden coordinar con la Madre Superiora del Convento de las Nazarenas Reverenda Madre Priora, María Soledad de Nuestra al teléfono No. 4235718; o escribir a Monasterio de las Nazarenas Jirón Huancavelica No 515   Perú - Lima 1. Tal vez se refiere en su narración el distinguido “Zeñó Manué” sobre aquella corrida del matador de toros peruano, Alejandro Montani, porque recibió la alternativa, como decir el bautizo, en la inauguración de la Plaza de Toros de Chacra Ríos, hoy Coliseo Amauta, era la primera temporada de verano, el 24 de Marzo de 1946. Los nombres de los matadores mencionados son Manuel Rodríguez “Manolete” Domingo Ortega, españoles ambos, Luis Procuna y Fermín Espinoza “Armillita, mexicanos. Y porque no recordar a don Juan Belmonte, Luis Procuna, español y Mexicano respectivamente, el siempre recordado don Rafael Santa Cruz, (hermano de Nicomedes, Victoria) Conchita Cintrón, Roque


Ducastein, Juan, José y Humberto Murro, picadores, los banderilleros y “peones de brega”, Alejandro Arrieta Moyano “ Moyano de Lima”, Ángel y Julio  Solimano, (Angelillo y Chatillo) Guillermo Usenini, Humberto Valle, Los hermanos Alday, Juanito Guerrero, y  en el arrastre, los hermanos Julio ( conocido, dicho con mucho respeto,    como “mono con patilla”y Manuel Jiménez y podríamos nombrar muchos mas, finalmente don Mauro Rivas, jefe de “monosabios”.  Agregamos, en forma directa para los jóvenes y los que desconocen dado que han pasado 65 años mas o menos, Huando, La Viña, Salamanca, eran ganaderías peruanas, Zotoluca, Xajai, La Punta, eran ganaderías mexicanas, de toros de lidia, o las llamadas corridas grandes, donde además eran con picadores, por el peso y bravío de los toros. Menciona también a Don Fernando Graña Elizalde, el era Presidente del Directorio de la Empresa Explotadora de Acho, empresa que llevaba a cabo las corridas en ambas Plazas; como Gerente, trabajaba don José Antonio Roca Rey, quizá el mejor torero “señorito” (Estos toreros no usaban trajes de luces) de aquellos tiempos y como administrador de ambas Plazas don José Leonarte Elguera, mi padre.

   
             “ DEBEMOS DE MANTENER Y CONSERVAR LA TRADICIÓN 
                HISTORICA”. Y “ RECORDAR ES VIVIR”


(SIC) Fuente : M. S .S. - Latina SA   -------  G. L.





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