LA APARIENCIA DE JESÚS DESCRITA POR PONCIO PILATOS EN SU CARTA A TIBERIO CESAR

 


Todos nos preguntamos cómo era el aspecto de Jesús, el hombre que revolucionó el mundo con su ejemplo y sus enseñanzas. Los investigadores y científicos también han querido descifrar durante mucho tiempo cómo era la apariencia física de Jesús de Nazaret, y una de las más importantes investigaciones que se han realizado son las que se hicieron basados en la sábana de Turín. Las escrituras bíblicas revelan muy poco sobre la apariencia de Jesús, pero entre las cosas que sabemos, es que tenía el cabello hasta los hombros y barba. Y existe evidencia histórica de una carta escrita por Poncio Pilatos a Tiberio César donde describe a Jesús, escrita aproximadamente en el año 32, en la que éste menciona a Jesús de Nazaret y un encuentro privado que tuvo con él.



Poncio Pilato describió a Jesús como un joven con cabello y barba dorados que se dirigía tranquilamente por la plaza de Siloé.



De vez en cuando salen a relucir evangelios apócrifos u otros textos que, o bien por contener relatos legendarios piadosos que buscaban completar las muchas lagunas de información del Nuevo Testamento, o bien por incluir doctrinas gnósticas para dar “otra versión” de la figura y la enseñanza de Jesús.

---------------------------------------------


Carta de Poncio Pilato a Tiberio César:

Apareció en Galilea un hombre joven, que en nombre del Dios que lo envió, predicaba humildemente una nueva ley. Primero temí que su intención fuera sublevar al pueblo contra los romanos. Pero pronto se borraron mis sospechas. Jesús de Nazaret habló más bien como un amigo de los romanos, que no de los judíos.

Cierto día observé en un grupo de personas a un hombre joven que, apoyado en el tronco de un árbol, hablaba tranquilamente a la multitud que le rodeaba. Se me dijo que era Jesús. Esto podía haberlo supuesto fácilmente, por la gran diferencia que había entre él y aquellos que le escuchaban. Su pelo rubio y su barba le confirieron a su apariencia un aspecto celestial. Parecía tener unos treinta años. Nunca antes había visto una faz más amable o simpática. Qué diferencia tan grande había entre él y los que le escuchaban, con sus barbas color avellana y su tez clara. Como no deseaba molestarle con mi presencia, proseguí mi camino, indicándole sin embargo a mi secretario que se uniera al grupo y escuchara. Más tarde mi secretario me informó que jamás había leído en las obras de los filósofos nada que pudiera compararse con las enseñanzas de Jesús. Me informó que Jesús no era seductor ni agitador. Por ello decidimos protegerle. Era libre de actuar, de hablar y de reunir al pueblo. Esta libertad ilimitada provocaba a los judíos, los indignaba y los irritaba; no a los pobres, sino a los ricos y poderosos.

Más tarde escribí una carta a Jesús y le pedí una entrevista con él en el Pretorio. Acudió. Cuando el nazareno apareció, estaba yo dando precisamente mi paseo matinal y al mirarle, mis pies parecían aferrados con correas de hierro al piso de mármol, temblando yo con todo el cuerpo cual un ser culpable, a pesar de que él estaba tranquilo. Sin moverme, admiré durante algún rato a este hombre excepcional. Nada había en él ni en su carácter que fuera repulsivo; pero en su presencia sentí un profundo respeto. Le dije que él y su personalidad estaban rodeados de una contagiosa sencillez que le situaba por encima de los filósofos y maestros de su tiempo. A mí y a todos nos causó una honda impresión debido a su amabilidad, sencillez, humildad y amor.

Éstos, noble soberano, son los hechos que atañen a Jesús de Nazaret. Y me tomé tiempo para informarte de los pormenores acerca de este asunto. Opino que un hombre que sabe transformar el agua en vino, que cura a los enfermos, que resucita a los muertos y apacigua a la mar embravecida, no es culpable de un acto criminal. Y como otros han dicho, debemos admitir que es realmente el hijo de Dios.

Tu obediente servidor,

Poncio Pilato


@eubauldo

♬ sonido original - Jacinto Sanchez522



Comentarios