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sábado, 18 de enero de 2020

Rodolfo Bernal Gaona el Califa de León




Así fue Rodolfo Gaona

Rodolfo Bernal Gaona, conocido como el Califa de León  fue un matador de toros mexicano figura del toreo durante  (1913-1918) junto a Rafael Gómez el Gallo, En 1907 debutó en la plaza de toros del Toreo de la Condesa en Colonia Roma, México.Desde su debut, Gaona lidió más de ciento veinte novilladas antes de viajar a España en 1908, El 31 de mayo de 1908 tomó la alternativa en la plaza de toros de Tetuán de las Victorias (Madrid) fue su padrino Manuel Lara, Tras la confirmación de la alternativa, el espada mexicano se situó entre los toreros más solicitados para lidiar las corridas de abono de la feria taurina de Madrid y otras ciudades españolas.
Gaona vivió en España una escandalosa relación amorosa con la actriz Carmen Ruiz Moragas con la
que contrajo matrimonio, siendo esta una de las amantes del Rey Alfonso XIII, relación cuyas secuelas le marcaron la vida para siempre. Durante las dos primeras décadas del siglo XX Gaona compitió los ruedos con toreros como Bombita, Machaquito, Rafael ""El Gallo"", Joselito, Belmonte, Vicente Pastor, Sánchez Mejías, Granero, Chicuelo y Marcial Lalanda. Durante 1909 toreó en treinta y dos ocasiones en México. Al año siguiente en 1910 lidió un total de cuarenta y seis corridas, en México, En la Feria de Pamplona del año 1915, el mexicano Rodolfo Gaona puso un par de banderillas que pasaría a la historia y que daría mucho que hablar. Con toros de Concha y Sierra, hacía el paseíllo junto a Torquito y Joselito el día 8 de julio. Entre 1914 y 1920 Gaona lidió cerca de doscientas noventa corridas de toros en España.
Rodolfo Gaona dominó todas las suertes, con el capote fue reconocido por las gañeras, el pase del centenario y el lance de la tijerilla, fue un gran banderillero. Con la muleta mostró grandes cualidades artísticas entre ellas destacó en el cambio de rodillas. Se retiró de los ruedos el 12 de abril de 1925 en la Ciudad de México, Falleció el 20 de mayo de 1975, en la Ciudad de México a los 87 años. Vivió entre el estigma de ser genio y el escándalo, propio de su cultura, viviendo día a día -como lo relató Hemingway-

El escritor taurino Orts y Ramos, en su obra “Arte de ver los toros”, define la gaonera en estos
términos:  "Colocado el capote a la espalda , previo medio farol, se le presenta todo el vuelo al toro por un lado, hallándose el animal frente a él, se le carga la suerte cuando llega a la jurisdicción, y así que remata fuera se da media vuelta y de nuevo se le presenta el capote por el otro lado, repitiendo el lance tantas veces como el diestro considere oportunas".



viernes, 17 de enero de 2020

ACHO, LA PLAZA DE TOROS MÁS ANTIGUA DE AMÉRICA





                      ACHO, LA PLAZA DE TOROS MÁS ANTIGUA DE AMÉRICA

La Plaza de toros de Acho, coso taurino ubicado en Lima, Perú. Es la plaza de toros más antigua de
América, una de las más grandes del mundo, la más importante de las 56 plazas oficiales de toros con que cuenta dicho país, y considerada como una de las de mayor prestigio del continente americano. En ella se realiza anualmente la Feria del Señor de los Milagros, que reúne a las principales figuras del toreo.

Historia

La Plaza de Acho, es el coso taurino más antiguo de América y el tercer más antiguo del mundo, después de la Maestranza de Sevilla y la de Zaragoza en España. Fue fundada el 30 de enero de 1766, durante el gobierno colonial del virrey Manuel de Amat y Juniet.
En sus famosas “Tradiciones Peruanas”, Ricardo Palma dice que la primera corrida de toros en Lima fue en 1538, celebrando la derrota de los Almagristas. Por otro lado, según escritos históricos del clero, la primera corrida tuvo lugar un lunes 29 de marzo de 1540, por la consagración de los santos óleos. Inclusive, el mismo Inca Garcilazo de la Vega, en sus “Comentarios Reales”, habla ya de las corridas de toros.
Entre 1659 y 1660 hubieron en el Perú, diez “Corridas Reales” de toros por el nacimiento del príncipe Felipe, hijo de Felipe IV. El 15 de noviembre de 1667, se celebra una corrida en el Callao, con ocasión de la llegada del Virrey Conde de Lemos al primer puerto peruano. El 24 de julio de 1668, se realizó otra corrida en la ciudad de Lima, celebrando el nacimiento de un hijo de dicho Virrey. El 27 de julio de 1622 se desarrolló una corrida en la Plaza Mayor de Lima, para agasajar el arrivo de un nuevo Virrey, don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar. No todos los virreyes fueron amantes de las corridas, como el Conde de Chinchón, quien trató de impedir este tipo de afición. Sin embargo, el Rey Felipe IV, dictó una Real Cédula a favor de éstas, durante el Virreynato del Marqués de Mancera.
La Plaza Mayor de Lima, sirvió por muchos años de escenario de las corridas de toros, en la cual se
escenificaban un promedio de 4 corridas anuales, según lo ordenado por el Virrey don Diego López de Zúñiga, Conde de Nieva. En esta plaza se celebraban las corridas por: Pascua de Reyes, San Juan, Apóstol Santiago y Nuestra Señora de la Ascensión; además, de lidias por la llegada de un nuevo virrey, o por la juramentación o conmemoración de monarcas, canonizaciones, etc. Para festejos menos importantes, se habilitaban plazas o plazuelas distritales como: plazoleta de Santa Ana, plaza de la Inquisición, plazoleta del Cercado, plaza de Cocharcas, plazoleta de Santo Domingo, etc.
Con toda esta afición taurina, a lo largo de dos siglos, el año de 1765, don Agustín Hipólito de Landaburu, tuvo la idea de construir una plaza de toros de acuerdo con la cantidad de adeptos que iba ganando la lidia. En 1756, se había construído una de madera, donde el 22 de febrero de 1762, el pueblo limeño había celebrado  jubilósamente la llegada de otro virrey: Manuel de Amat y Juniet. Esta pequeña Plaza, estaba ubicada en los terrenos de HAACHO, palabra quechua que significa desde donde se ve el mar. Sabiendo que al virrey le gustaban las corridas, pidió a su cuñado don Juan José Belzunce, para que por encargo de él, tratara de obtener una autorización de construcción; lo que le fue concedido. Luego, Hipólito de Landauro, ordenó dicha obra a Cristóbal de Bargas y la nueva plaza, fue inaugurada el 30 de enero de 1766, luego de una inversión de 107,609 pesos y 6 reales. El cartel de la corrida inaugural lo integraron los toreros Pisi, Gallipavo y Maestro de España, y el
primer toro que se lidió en la nueva plaza, se llamó “Albañil Blanco”, perteneciente a la ganadería de la Hacienda Gómez de Cañete, que después cambió al nombre de “Unanue”, cuyo propietario era Agustín Hipólito de Landaburu, quien se encargó igualmente de la administración de la plaza. A su deceso, continúo al frente su viuda, asesorada por su hermano Juan José Belzunce. Y así la administración de la Plaza de Acho se fue delegando familiarmente. Al deceso de la viuda, asumió su lugar el hijo de ambos, don Hipólito de Landaburu y Belzunce, quien al viajar a Europa, dejó todo en manos de su albacea don Hipólito Unánue.
En 1832, el albacea de Landaburu y Belzunce legó la plaza de toros, a favor del Hospicio de los Pobres, administrada por la Junta Real de Beneficencia de Lima.
En 1944, Fernando Graña Elizalde, Alejandro Graña Garland, José Antonio Roca Rey, conjuntamente con un grupo de amantes de la tauromaquia, toman en arriendo la Plaza de Acho por 20 años. En 1945, su remodelación estuvo a cargo del ingeniero Francisco Graña Garland. Se amplió su capacidad a trece mil espectadores, para lo cual se tuvo que acortar las dimensiones del ruedo.
La primera Feria del Señor de Los Milagros se realiza un 12 de octubre de 1946, gracias a la idea del crítico taurino don Fausto Gastañeta y la gestión de su sucesor, otro afamado crítico, Manuel Solari Swayne “Zeñó Manué”




domingo, 12 de enero de 2020

La noción de lenguaje inclusivo


Del activismo a la universidad o la política, crecen las voces que apuestan, pese a la oposición de la
RAE, por el uso del morfema -e como forma de visibilizar las políticas de género en el español.
La noción de lenguaje inclusivo comenzó a popularizarse en los últimos años. El concepto alude al modo de expresión que evita las definiciones de género o sexo, abarcando a mujeres, varones, personas transgénero e individuos no binarios por igual.
La idea de lenguaje puede emplearse con referencia a la facultad de expresión que tiene el ser humano; a una manera de expresarse; o a la lengua entendida como un sistema de signos que sirve para comunicarse. Inclusivo, por otro lado, es un adjetivo que califica a aquello que incluye o que permite incluir.





“¿A qué amigos vas a invitar a la fiesta de cumpleaños?”, le pregunta una abuela argentina a su nieto un par de semanas de que este cumpla nueve años. El niño enumera a siete varones y la abuela, extrañada, le pregunta si es que no vendrá ninguna niña a la celebración. “Sí. Obvio. Es que dijiste amigos y no amigues”, le responde. Esta escena real se repite cada vez más a menudo entre la clase media progresista de Buenos Aires y otras ciudades argentinas, mientras los sectores más conservadores rechazan ese tipo de cambios lingüísticos de forma abierta.